Hubo un tiempo muy atrás en que los tipos alfanuméricos eran dibujos esquemáticos de algo. Por ejemplo: la «M» era agua, la «N» era una cobra, la «A» una cabeza de buey y la «O» era un ojo. Esto puede parecer una anécdota insignificante, pero sin embargo no es así. Porque señala el hecho curioso de que el invento de la escritura tuvo su origen en el arte.
En este taller nos ocupamos de retroceder en el tiempo y restituir a la escritura su origen pictórico buscando el parecido de las letras con alguna otra cosa, como un león, unas gafas, una antena o un zapato. El meollo está en que una vez que las letras se entregan a nuestra imaginación dejan de ser letras, se liberan de la obligación de ser parte del lenguaje y adquieren un sentido renovado. Entonces aparece la «escritura mutante», una rama de las artes que consiste en dar vida propia a las letras de algunas palabras. Podemos también crear obras dentro de la disciplina del «letrato», o sea, el arte de confeccionar un retrato a base de letras. Si te parece que todo esto tiene algún sentido, ¡enhorabuena! Eres de los nuestros.